Desarrollo del proyecto
Proyecto Surcando la memoria
Estamos ante un sistema de información oral y documental sobre el devenir histórico de la isla, pero sobre todo del área denominada tradicionalmente como El Jable. Hablar con las poblaciones de las zonas rurales permite aportar muchos datos de sumo interés, así como enfoques nuevos a las ciencias históricas. Pastores, agricultores y demás actores del campo han sido repetidamente consultados sobre sus oficios y entornos. Pero ¿qué posición es otorgada a estos informantes en los diversos estudios llevados a cabo?
Sin duda, la rama de las ciencias sociales que más ha empleado las fuentes orales desde sus inicios es la antropología sociocultural (también llamada etnología o etnografía). La arqueología canaria ha mantenido siempre un estrecho vínculo con las poblaciones rurales insulares. Si bien en la actualidad resulta obvio que los pastores y agricultores de una zona figuran entre los mayores conocedores de la misma, y por lo tanto una fuente ineludible de información para prospecciones arqueológicas. Pero existe otra razón, desde el siglo XIX, en buena parte de las investigaciones etnoarqueológicas insulares, se consultaba a los pastores y labradores. Estos eran considerados los depositarios, descendientes más o menos directos de la cultura aborigen local. Es decir que no solamente se consideraban los testigos de la presencia de restos arqueológicos en el territorio del que eran usuarios, sino que, al compartir un espacio geográfico con los antiguos pobladores, de alguna manera mantenían parte de sus prácticas, conocimientos y cultura. Se puede cuestionar que las formas de vida rurales actuales o de las últimas décadas mantengan tal genética con el mundo aborigen, pero no se pueden negar que guardan ciertos puntos en común. Primero, y del mismo modo que las prácticas aborígenes han sido arrasadas tras la conquista, las prácticas de los “campesinos” han sido dejadas por obsoletas tras los cambios sufridos por el modelo económico turístico insular a partir de los años 1960-1970. Segundo, comparten un espacio donde la actividad volcánica y la entrada masiva de jable han modificado el territorio siglos después de haberse producido la conquista.
Los trabajos de investigación histórica que se han realizado en la zona de El Jable de Arriba desde la década de los 90 se inscriben en esa complejidad, y las fuentes orales se muestran claramente como una de las herramientas de la historia para localizar restos sepultados por lava o jable, pero también para erigir las voces de la población más longeva de Lanzarote como parte de un importantísimo patrimonio insular a punto de desaparecer, trascendiendo la cuestión de los límites temporales establecidos tradicionalmente por los historiadores. En el proceso de este trabajo, se ha tratado de que la información obtenida a través de estas fuentes pueda ser interrelacionada con otras fuentes y, en especial, con las arqueológicas.
